Argentina se presentó en Riad solo para cumplir un contrato. Futbolísticamente decepcionó y dejó una pálida imagen, aunque quedó en evidencia que el partido ante Arabia Saudita se jugó a media máquina. Fue 0 a 0, y el resultado lo dice todo.
La presencia de Lionel Messi despertaba expectativa ante un rival claramente inferior. Pero no hubo show del crak rosarino en su último partido con la celeste y blanca en 2012. Tocó poco la pelota, y la performance del equipo no lo ayudó en nada.
La Selección argentina jugó el primer tiempo al trote, sin ritmo, como si fuera un entrenamiento. Messi prácticamente no entró en juego y el equipo no hizo tres pases seguidos.
Está claro que con un calendario tan cargado de partidos, y habituados a jugar bajo presión, los argentinos se relajaron y salieron a jugar solamente para cumplir. Sin arriesgar las piernas ni exigir demasiado el físico.
Arabia, en cambio, trató de tocar la pelota y llegar hasta el arco de Sergio Romero con prolijidad. Y tuvo una situación de gol clarita y un gol anulado por posición adelantada.
En el segundo tiempo, Alejandro Sabella hizo algunos cambios (entraron Augusto Fernández, Franco Di Santo), pero lo que no cambió fue la actitud. Por eso los árabes inquietaron a Romero, mientras que Argentina siguió jugando muy por debajo de sus posibilidades.
El empate final sin goles fue una consencuencia de lo mal que se jugó durante los 90 minutos. Con poco ímpetu, y menos fútbol.
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