lunes, 29 de octubre de 2012

Boca lo empató en la última jugada



Fue 2 a 2, con goles de Ponzio, tras un blooper de Orión, y Mora. Descontó Silva y Erviti, en la última jugada, puso las cosas iguales.
Hasta el último minuto, River dio una lección de cómo jugar un superclásico. Fue vivo. Salió a la cancha como lo pedía el partido: metido, preciso y con ganas. Del otro lado, se dio todo al revés. Boca estuvo al borde del papelón. Pero, en la última jugada, el Millonario volvió a sufrir una pesadilla. Fue demasiado frío, le faltaron viveza y personalidad. Erviti, con el último suspiró, marcó el 2 a 2 final, en un increíble superclásico.
En un partido chato, mal jugado y lleno de imprecisiones, aunque repleto de emociones, el equipo de Almeyda hizo diferencia en la parte anímica más que en la del juego. Ganó las pelotas divididas, se mostró mejor físicamente y tuvo más pretensiones. Encontró un increíble gol al minuto de juego, cuando un tiro libre de Ponzio se le metió a Orión de manera increíble. No hubo mucho más en 45 minutos. Pocas situaciones mezcladas con errores defensivos, aunque el Millonario dominó.
En la segunda parte, el equipo de Falcioni lo fue a buscar pero se quedó en las intenciones. Entró Acosta por Clemente Rodríguez pero todo fue muy liviano, sin peso ofensivo. El uruguayo Mora, la gran figura del partido, estiró la ventaja con una gran definición. Silva, de penal, achicó las diferencias pero Boca no tuvo ideas para ir a buscarlo. Erviti, en la última, puso las cosas 2 a 2. Increíble, no hay otro calificativo.
Era la gran venganza. River se daba el gran gusto de darle una pintada de cara a su eterno rival. Volvía a disfrutar y lo merecía. Jugó como lo exigía la circunstancia y se aprovechó de un adversario dormido que estuvo al borde del papelón. Pero se olvidó que los partidos duran 90 minutos. Se relajó. Boca, a lo guapo, como marca su historia, se lo empató a un rival helado, que no tuvo personalidad como para festejar a lo grande.

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