La Argentina jugó mal y no tuvo un buen rendimiento pero la Pulga la rompió y convirtió tres golazos para la victoria por 4 a 3, en Nueva Jersey.
El espectador del partido entre Argentina y Brasil habrá tenido dos motivos para llorar: por un lado, debido a la emoción por los increíbles goles de Lionel Messi. Por el otro, por la tristeza de un equipo que jugó muy mal y una defensa que dio señales de fragilidad extrema. Al final, fue victoria por 4 a 3, en Nueva Jersey. Pero la conclusión parece ser sólo una: ¿a quién le importa el funcionamiento del equipo cuando Messi juega de esta manera?
En el trámite del partido, Brasil fue más que el equipo de Sabella. La Argentina salió dormida y relajada. Y lo pagó. Rómulo, en offside, marcó el primero tras recibir sin marcas en el área. Hasta que vino el show de Messi: el primer tanto, un toque sutil tras el pase de Higuaín. El segundo, otra buena definición ante el arquero Rafael.
En el complemento, Brasil volvió a mostrarse superior. Complicó a una defensa perdida, desorientada. Por las bandas, Clemente Rodríguez y Zabaleta no marcaron ni se proyectaron. Fernández y Garay se complicaron con cada ataque de Neymar y compañía. Llegaron los tantos de Oscar, tras un grosero error de Romero, y Hulk, para dar vuelta las cosas. Fernández, de cabeza, marcó el empate. Cuando faltaban cinco minutos, Messi hizo una obra maestra para cerrar la victoria.
El debate de cómo debe jugar la Selección argentina saldrá a la luz nuevamente tras la enorme actuación de su figura indiscutible. Las falencias del equipo, esta vez, se vieron maquilladas por un jugador que es de otro planeta. Parece difícil remarcar los errores de la defensa o la falta de juego del equipo sin antes disfrutar de lo que hizo hoy Lionel Messi.
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