Tiene espíritu copero y es diferente al resto. Hoy, en una parada brava ante el Fluminense, se plantó. A lo Boca. Le metió presión desde la Bombonera y, aunque no lució, fue más. El Xeneize ganó 1 a 0, con gol de Pablo Mouche, y se llevó el partido de ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores. El equipo de Falcioni se vio favorecido por un claro penal no cobrado de Roncaglia, cuando tocó la mano dentro del área. El miércoles que viene, la revancha, en Brasil.
Fluminense no salió a especular ni tuvo miedo en la Bombonera. Aún más: inquietó a Orión con varios remates desde afuera y algunas llegadas por las bandas. Pero el envión le duró 15 minutos. Cuando Riquelme se hizo eje del partido y agarró la pelota, Boca encontró el funcionamiento. Y presionó. La expulsión de Carlinhos, a los 34, no fue una casualidad sino una causalidad. Mouche y Schiavi tuvieron dos oportunidades claras pero apareció el arquero Cavalieri. A los 44, hubo una polémica mano de Roncaglia que fue penal pero el árbitro José Hernando Buitrago no cobró. Con la sanción correcta, la historia hubiera sido otra.
En el complemento, fue todo de Boca. Fluminense sufrió el partido y no lo quiso jugar más, pretendió que terminara lo antes posible. Pablo Mouche, de gran partido, puso el 1 a 0 con una buen remate cruzado con la izquierda, a los cinco minutos. Aunque le faltó claridad, el equipo de Falcioni logró llegar en varias oportunidades, aunque no tuvo demasiado peso ofensivo, pese al ingreso de Blandi en el inicio de la segunda parte.
Boca demostró que le sobra chapa. Quedó con sabor amargo, porque el resultado para Fluminense terminó siendo generoso. Mereció más, por insistencia y ganas de ganar el partido. Se le escurrió un gol más de las manos, diferencia que hubiera sido lógica y justa. Pese a la polémica jugada de Roncaglia, el Xeneize podrá dormir tranquilo: demostró, una vez más, que en los partidos clave aparece. No se borra nunca.
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